La trama de tu vida
Con sus ojos achinados, su cabello trenzado y una sonrisa tímida, Warmi observa con atención su cesto cargado con los husos, las cajitas con agujas, los pequeños trameros con hilos, y los nuevos ovillos con diferentes colores con los que habrá de tejer. Hoy, despertó muy contenta, e inspirada: deseando llegar cuanto antes al taller para contar a sus compañeras cómo ha sido su noche.
Ya en el taller escucha, entre el traqueteo de los telares, las voces de las otras tejedoras, conversando, ya sentadas por tierra, al tiempo que colorean las urdimbres y tensan los hilos con esa precisión asombrosa que da el dominio de la técnica del telar. Una a una ya sacando de sus cestas los hilos teñidos con pigmentos naturales que, algún día saldrán del telar convertidos en hermosos tejidos para llenar de alegría y color el ambiente de muchas casas. Warmi se dirige al lugar que siempre ocupa, entre sus compañeras Alina y Killa, y se acomoda frente a su telar. Antes de ponerse en acción no puede resistirse y dirigiéndose a sus amigas les dice: “anoche tuve un sueño precioso, luminoso… soñé que me convertía en cóndor y, como cóndor, volaba como él, muy alto, muy lejos en el cielo. Mis plumas eran de colores, como el arco iris, mi cuello era un collar brillante y mis pies, mis patas, eran tan fuertes que no los reconocía, pero me ayudaban al volar. Volando me sentía libre con poder y, sin miedo pasaba por encima de las montañas, y mi corazón me hablaba como cuando era chica. Me estremecí, me sentí despierta viendo desfilar ante mí figuras de colores, de líneas limpias, maravillosas obras de arte y escuchaba una música, como de quena, que me elevaba más… ¡¡sin límites!!
– ¿Qué dices? cortó Alina
– Cuento lo que viví anoche, en mi sueño. ¡Es como realidad!
– ¿Realidad? Ya… ¡cuento dirás!, interviene Killa
– No, es realidad –insiste Warmi – anoche viví algo muy hermoso… ¡Vi mi realidad!
– ¿Qué quieres decir? -responde Alina-. Para mí realidad es lo que vivimos todos los días, tejiendo las alfombras haciendo lo que aprendimos. ¿No es cierto Killa
– Sí, asiente Killa.
– Pues yo no lo veo así responde Warmi, mi sueño lo pondré en mis alfombras, y no tengo miedo de vivir lo que quiero.
– ¿Estás loca? Le dice asustada Killa, nuestro taller viene años haciendo las mismas alfombras ¿pretendes acaso cambiarlas?
– No, responde Warmi, lo que pretendo es vivir mi sueño y ponerlo en la alfombra ¿Qué tiene eso de malo?
– Ni te atrevas, -le increpa Alina- tienes mucho que perder y mirando a Killa se echan a reír.
Warmi les replica en voz alta:
– No lo entiendo, no tenéis alma, no tenéis sentimientos
– Te equivocas Warmi -le responde Alina-, no es eso, es que cuando tú sueñas es cierto lo que sientes, lo que vives, pero mírate ahora: no eres cóndor, eres Warmi, no tienes alas, no tienes nada de lo que estás contando.
– ¿Qué quieres decir con esto? alega Warmi
Entonces interviene Killa para explicarle que su sueño, el de anoche ya no existe, que ella está ahí ahora, que debe hacer lo de siempre tal como lo vienen haciendo hace años.
Regresa el mismo silencio, solo acompañado por el traqueteo del sonido de la actividad de las tejedoras, Warmi, imitándolas, se enfoca también en su telar, sacando los nuevos hilos de colores de su canastilla, desbaratando las hebras enredadas y torcidas para urdir con los hilos de colores rojos, amarillo, azul, verde… que servirán para lograr, los más variados matices que harán de esa alfombra una pieza única de colores brillantes y de formas que ella misma escribirá tejiendo.
En su tejer ya no hay pensamientos, a ratos escucha el canto de un colibrí que la hace entrar aún más en comunicación con su obra, tanto que se convierte en un acto casi sagrado de comunión entre el tejido y ella, donde van emergiendo las alas de cóndor y detrás un arco iris cuyo colores intensos y formas serán el reflejo de escribir su sueño haciéndolo visible a todos: se concentra en entrelazar las fibras de colores y seguir urdiendo, la alfombra irá tomando esa forma soñada hasta que, finalmente quedará terminada.
Ese día, después de ajustar su último nudo, respira hondo, se levanta y se dirige hacia sus compañeras para invitarlas a ver su obra.
Ellas se acercan a mirarla y aunque un poco asustadas exclaman a coro: ¿Cómo lo has logrado? ¡Qué original! ¡¡Es una alfombra única!!
Killa la abraza y ambas se funden como si fueran una, y le manifiesta su deseo de aprender a tejer así con esa creatividad, con esa expresión que hace casi que los hilos hablen. Alina asustada, vuelve a su telar para seguir tejiendo.
Warmi dice a Killa que lo que ha hecho es fácil, sencillo, que solo se trata de entablar una conexión con lo profundo del ser a través del amor por lo que se hace, con la libertad de expresar y plasmar los propios sueños que es lo que da sentido a la vida.
Warmi coge de la mano a Killa para ir ir en busca de Alina para invitarlas a que la acompañen al río. Alina no levanta la cabeza del telar y Killa le pone una mano en el hombro y le susurra al oído: no tengas miedo solamente queremos ir contigo hacia el río…Alina se levanta y las tres, se dirigen hacia el río con un caminar pausado, dejando ver sus faldas de satines de colores fuertes y brillantes, con sus vuelos en rondas. Llegadas a él, Warmi les sugiere sentarse y observar Mama Uma,(el agua) sentir su fuerza, esa fuerza que le permite ir donde quiera.
Un tiempo indeterminado después, se levanta, alza la mano, y sin palabras, les dice un hasta siempre para tomar el sendero de su libertad. Ellas se quedan mirando el fluir del agua que corre libremente por su cauce y en el cielo un cóndor vuela hacia las alturas.